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¿POR QUÉ EL AGUA DE MAR?

Al separarnos de nuestra líquido amniótico original, que es el océano, debemos en nuestra alimentación aportar minerales para que con el agua dulce que bebemos recordemos de donde vinimos. Al salir del agua nos llevamos con nosotros un poquito de ese océano, que cuidamos, fabricamos y mantenemos en nuestro interior.

 

Alfred Pischinger: Médico, histólogo y embriólogo, padre de la histoquímica, definió como liquido tisular extracelular, donde se produce el intercambio y el paso de oxígeno, de energía y de transmisiones nerviosas, que no es otra cosa sino agua de mar isotónica. 

 

Sabiendo que somos agua de mar en un 70% y que este agua de mar es el medio extracelular de intercambio de oxígeno y estímulos nerviosos, responsable de nuestras defensas, es consecuente afirmar que el consumo de agua de mar renueva y purifica nuestro sistema básico, recargándolo de electrolitos y proporcionándole un pH alcalino. 

 

El Agua de Mar tiene tres ejes principales de acción terapéutica:

–Recarga hidroelectrolítica.

–Reequilibrio funcional enzimático.

–Regeneración celular. •

 

El agua de mar disuelve todos los minerales de la tierra y neutraliza todos los microbios, por lo que su consumo directo no genera ningún problema por intoxicación.

 

Los metales pesados presentes en el mar se quelan y descienden por decantación al lecho marino formando parte del sedimento.

 

La salmonella, las bacterias coliformes (E. coli) o cualquier virus de procedencia terrestre, queda neutralizado al primer contacto con el agua de mar. Todos los microbios, y virus citados tienen un medio interno isotónico que al amerizar en el mar, cuyo medio es hipertónico, por el fenómeno de ósmosis queda neutralizado. Se deshidratan.

 

 

 

 

René Quinton

 

En 1904 Quinton publicó el libro “El agua de mar, medio orgánico”, el cual despertó un gran interés en todo el mundo. Pronto empezó a abrir sus dispensarios marinos en París, Montpellier, Lyon, Londres y Egipto y hubo hospitales que se adhirieron al método marino.

 

El éxito fue fulminante. Las inyecciones de agua de mar isotónica aplicadas a los lactantes en los dispensarios marinos, se contaban por miles. Los médicos prescribían las inyecciones y Quinton alcanzó enseguida la fama.

 

Los problemas de salud de los bebés y los niños eran mucho más abundantes que hoy día. La mayoría de ellos relacionados con la desnutrición. Utilizando las virtudes del agua del mar, Quinton contribuyó de forma decisiva a reducir la mortalidad infantil, salvando a miles de niños de una muerte segura.

 

También trataba a los adultos muchos de ellos desahuciados por los médicos a los que lograba curar simplemente con un tratamiento de agua del mar. Los principales casos eran tifus, cólera y diarrea, la tuberculosis, los niños prematuros, la anorexia, enfermedades de la piel y malnutriciones graves.

 

Quinton curaba a la mayoría de ellos. Están documentados casos gravísimos a los que el tratamiento del mar los curó de forma fulminante.


En 1914, ya se habían presentado ocho tesis doctorales y originales solo en Francia sobre el suero marino. En vísperas de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) el Ministerio del Interior francés se proponía intervenir para que las inyecciones de agua de mar fueran obligatorias en la época escolar, del mismo modo que la vacuna de la viruela… pero llegó la guerra y con ella el olvido que fue aprovechado por los detractores de Quinton que no podían asumir el hecho de que curase sin ser médico o científico titulado. Los dispensarios abiertos, fueron desapareciendo progresivamente.

 

Es incomprensible e inaceptable que la ausencia de un pedazo de papel universitario, pueda ocasionar semejante daño a la humanidad. Quinton poco a poco fue apartado de su popularidad bajo un escenario de guerra y posguerra donde las multinacionales comenzaban a despertar de sus lúgubres cavernas y convertirse en un verdadero cáncer de la sociedad.

 

Los médicos, tras apoyarle antes de la guerra, le olvidaron ya que veían en él y en sus curaciones, un peligro que ponía en evidencia  el  prestigio de su profesión y sus métodos de cura. Las farmacéuticas con las vacunas y fármacos despertaban de su letargo y extendieron sus garras y raíces en sus clientes favoritos, los enfermos, ocultando el poder del agua del mar, un antibiótico natural totalmente gratuito y que hubiera podido desempeñar una milagrosa erradicación de las mayorías de las enfermedades existentes por entonces y en la actualidad.

 

Las conclusiones de Quinton nos llevan a comprender que los organismos propios de la vida animal son verdaderos acuarios marinos en las que las células que lo constituyen, continúan viviendo en las mismas condiciones en las que se encontraba la célula primitiva.

 

Para comprobarlo, Quinton realiza una serie de experimentos que, entre otras cosas, demuestran que los glóbulos blancos sobreviven perfectamente en el agua del mar, lo cual hasta la fecha, no se ha podido lograr en ningún otro tipo de medio, incluyendo el suero, que básicamente está compuesto de agua y cloruro de sodio.

 

Quinton formuló una serie de Leyes denominadas de la Constancia:

 

Ley de la Constancia Térmica: Frente al enfriamiento del globo, la vida animal, aparecida en estado de célula a una temperatura determinada, para su elevado funcionamiento celular, en los organismos indefinidamente suscitados a este efecto, tiende a mantener esta temperatura de los orígenes.

 

Ley de la Constancia Marina: La vida animal, aparecida en estado de célula en los mares, tiende a mantener las células constitutivas de los organismos para su funcionamiento celular elevado, a través de las series zoológicas, en el medio marino de los orígenes.

 

Ley de la Constancia Osmótica: La vida animal, aparecida en estado de célula en mares de una concentración salina determinada, ha tendido a mantener, para su funcionamiento celular elevado, a través de la serie zoológica, esta concentración de los orígenes.

 

Ley de la Constancia General: Frente a las variaciones de todo orden que pueden sufrir en el curso de las eras, los diferentes hábitats de la vida animal, aparecida celularmente en condiciones físicas y químicas determinadas, ésta tiende a mantener, para su funcionamiento celular elevado, a través de la serie zoológica, estas condiciones de los orígenes.

 

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